Levitación

El fenómeno de elevarse desde el suelo y quedarse suspendido en el aire se da en todos los casos bajo un estado de trance, puesto que en estado de trance se producen todos los derrames de energía psíquica que se conocen como psicorragias.
Se ha comprobado que en la mayoría de los casos de levitación el cuerpo del místico da la impresión de crecer unos centímetros antes de flotar en el aire y posteriormente al volver de nuevo al suelo disminuye de tamaño.
En todas las religiones y bajo el estado alterado de conciencia conocido como éxtasis se da el curioso fenómeno de la levitación. En el caso de los místicos, como Santa Teresa de Jesús, Santo Domingo de Guzmán o el Papa Pío VII, quién se elevó casi hasta el techo durante una misa que estaba celebrando en la Capilla Sixtina un 13 de septiembre del año 1.811, la levitación no parece que sea susceptible de ser provocada a voluntad del místico, sino que que suele producirse de forma ajena a la voluntad del mismo.
 
                                  Santa Teresa de Jesús solía elevarse levitando en los momentos en que se entregaba de lleno a la oración. Ella debería ser consciente de este fenómeno, puesto que en algunas ocasiones se resistía a levitar cuando habían personas que estuviesen delante de ella; a pesar de ello en varias ocasiones se la vio suspenderse en el aire flotando e incluso a veces planear hasta una altura de cuarenta centímetros. Según esta Santa, el fenómeno se presentaba de repente por lo que no había tiempo a concentrar la atención. Esta afirmación nos indica que la levitación es consecuencia de un mecanismo inconsciente.

También durante el pontificado del Papa Urbano VII, éste presenció la levitación de San José de Cupertino, quién en varias ocasiones levitó en su parroquia ante la presencia de numerosos fieles, que le vieron elevarse hasta 20 centímetros del suelo y en una de las ocasiones llegó a salir por una ventana hasta desplazarse por encima de unos árboles en donde siguió levitando.

                                                                   
Este mismo santo al ser sometido en una ocasión a una intervención quirúrgica, bajo los efectos de un poco de alcohol como anestesia y al ser cortada la piel con un cuchillo, se elevó también por encima del lecho en donde se encontraba tendido y así se mantuvo mientras duró la operación.
Se da el caso de que en ciertas ocasiones la levitación puede transmitirse a personas cercanas a la que levita, tal como ocurrió, según se cuenta, a San José de Cupertino, a quien le llevaron a su Iglesia en una ocasión, a un padre confesor que al parecer sufría de una perturbación mental. Ambos religiosos mantuvieron una larga conversación y durante el transcurso de la misma San José de Cupertino tomó las manos del enfermo y de pronto ante el asombro de algunos presentes, comenzaron ambos a elevarse en el aire al propio tiempo que el padre confesor gritaba lleno de terror por lo que le estaba sucediendo.
 

                                                                                             
El conocido Padre Pío de Pietralchina, quién se encontraba constantemente estigmatizado, levitó en varias ocasiones y delante de testigos mientras celebraba la misa.
El fenómeno de la levitación, no solo es un fenómeno que se de en los místicos puesto que también existen datos sobre laicos que tuvieron esta experiencia, como fue el caso del escocés Daniel Douglas Home quien a finales del siglo XIX protagonizó unos extraordinarios fenómenos en Londres que fueron analizados por prestigiosos investigadores, puesto que además de desplazar objetos con la mente (telequinesia), era capaz de desplazarse, él mismo, por el aire hacia cualquier lugar y a cualquier hora del día.


                                                                                       


Entre estos investigadores se encontraba el físico Sir William Crookes, acompañados todos por numerosos periodistas, certificando que Daniel Douglas Home hizo levantar una gran mesa de tres patas, cogió carbones al rojo vivo sin quemarse y se elevó varias veces consecutivas permaneciendo en el aire durante un espacio de tiempo considerable en el lugar en el que los mismos testigos le iban indicando y a una altura de hasta sesenta centímetros. Además en una de estas elevaciones, Daniel Douglas, cuando estaba suspendido en el aire, se tendió horizontalmente y salió bruscamente hacia una ventana abierta, se elevó toda vía más y a continuación volvió a entrar en el edificio del hotel en donde se encontraba a través de una ventana del quinto piso.
                                                                          
En el caso de la médium Eusapia Paladino, que vivió a principios del siglo XX, la levitación se producía cuando esta estaba sentada en una silla, consiguiendo que durante el fenómeno la silla también se elevase, por lo que durante la levitación Eusapia permanecía sentada en el aire sobre la silla.
Para justificar este fenómeno de la levitación algunos investigadores de la parapsicología han recurrido a la teoría de las imágenes mentales arquetípicas del sujeto, que actuarían como medios para canalizar las psicorragias hacia una forma determinada.
El nacimiento de estas imágenes mentales tendrían unas características diferentes en cada individuo según su ideología o creencia religiosa, por eso en la levitación de los santos de la Iglesia Cristiana la levitación se produciría en la mayoría de los casos con las manos unidas en actitud de orar.
También se da en los casos de levitación de los místicos el que previamente al fenómeno se haya seguido un exagerado ayuno y abstinencia de toda índole.
En casi la totalidad de los casos de levitación se produce al principio del fenómeno una intensa vivencia emocional y una distorsión momentánea en la percepción que equivale a la que se genera con la ingestión de algunas drogas, ya que la voluntad se relaja y la mente abandona toda lógica, entrando entonces en una dimensión de una naturaleza diferente, produciéndose en ese momento los hechos paranormales.   

Para un sector de la psiquiatría estos fenómenos aparecen con mayor frecuencia en sujetos neuróticos, aunque hoy en día se acepta la tesis de que la mayoría de las personas tenemos rasgos neuróticos.