El Manuscrito Voynich:             Un Manuscrito Indescifrado

 

                                                                                                            

 

El Manuscrito Voynich es el libro más misterioso de la historia de la Humanidad. Escrito entre los siglos XV y XVI, se lo vio por última vez en 1666. Luego desapareció, para ser redescubierto recién en el siglo XX. El libro está escrito en un código incomprensible que nunca ha podido ser descifrado. Sus folios de pergamino están cubiertos de cientos y cientos de ilustraciones de mujeres desnudas, plantas y constelaciones. Los vegetales que muestran no existen en la naturaleza, y la mayoría de los diagramas astronómicos son también desconocidos.

¿Qué significa en realidad el Manuscrito Voynich?
¿Por qué han fracasado los científicos, lingüistas y criptógrafos en penetrar su contenido?
 

A finales de 1912 un vendedor de libros antiguos de Nueva York llamado Wilfred M. Voynich volvió a su ciudad natal de una visita a Europa con un pequeño manuscrito, cuidadosamente empaquetado. Tenía gruesas tapas de pergamino, separadas, debido al uso, de las 204 hojas de pergamino delgado de que constaba el manuscrito; Voynich calculaba que, originalmente, tenía 28 páginas más, que se habían perdido. Su formato era de cuarto grande, ya que medía unos 15 por 22 cm. y el texto, escrito en caracteres apretados y con tinta negra, iba ilustrado con más de 400 pequeños dibujos en rojo sangre, azul, amarillo, marrón y verde brillante. Las ilustraciones mostraban curiosos arabescos y tubos que parecían intestinos, figuras femeninas desnudas, estrellas y constelaciones y cientos de plantas de extraño aspecto. El pergamino, la caligrafía y la historia conocida del manuscrito indicaban a Voynich que era de origen medieval, y la abundancia de especimenes vegetales sugería que podía tratarse de un herbario, un libro de texto mitad científico, mitad mágico, que describía las cualidades místicas y médicas de las plantas y su preparación. Pero esto era una simple conjetura, ya que estaba escrito en un lenguaje que Voynich no pudo identificar; aunque el texto podía ser descompuesto en «palabras», cuyas letras eran familiares a medias, no tenían sentido. Voynich sólo pudo suponer que estaban escritas en un idioma poco conocido, en un dialecto o en un código

En la Librería Beinecke, perteneciente a la Universidad de Yale, podemos encontrar uno de los más misteriosos e interesantes desafíos que la Historia nos ha dejado. Se trata de un manuscrito de 235 páginas, donado en 1969 por H.P Kraus, que en
1912 había sido adquirido por Wilfrid M. Voynich a un colegio de Villa Mondragone, cerca de Roma. Este libro fue escrito por un autor desconocido (aunque algunos lo atribuyen a Roger Bacon, uno de los personajes del S. XIII con un pensamiento científico más avanzado), y constituye en sí mismo todo un enigma, ya que está escrito en un lenguaje desconocido, con unos caracteres desconocidos, y hasta la fecha nadie ha logrado descifrarlo.

EL MISTERIO

La primera noticia fiable que se tiene de él data de principios del siglo XVII. Sabemos que el emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) lo compró por una cifra desorbitada para la época (600 ducados), y que luego pasó por varias manos hasta llegar en 1666 a las de Atanasio Kircher, un sacerdote jesuita. Desde ese momento hasta 1912, nadie sabe a ciencia cierta qué le ocurrió al libro.

Para cualquier criptógrafo y estudioso de los lenguajes este libro constituye un estimulante reto, ya que ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuál es el tema que trata Sus numerosas ilustraciones parecen indicar que es un tratado de alquimia cuyo auténtico contenido se quiso mantener en secreto, pero esto no son más que especulaciones. Posee diferentes secciones, que parecen tratar los siguientes temas: Botánica (la mayoría de los dibujos representa plantas no identificadas), Astronomía (aparecen casi todos los símbolos zodiacales), Biología (con algunos dibujos sobre anatomía), Cosmología y Farmacia. Al final se incluye lo que parece un recetario. 

Además, el libro posee numeración de páginas, algunas anotaciones en alemán, otras en algún alfabeto desconocido, y una anotación en la última página en caracteres tradicionales que parece representar una clave para descifrar el texto. No obstante, ni siquiera sabemos a ciencia cierta si el texto está cifrado o no. Como puede verse, tenemos todos los ingredientes para poner a prueba nuestras habilidades.

A partir de las vestimentas de los personajes dibujados, podría decirse que el manuscrito fue escrito en Europa durante el siglo XIII, aunque una de las ilustraciones se parece a un girasol, lo cual sugiere que en parte fue escrito después del descubrimiento de América. De todas formas, tampoco está descartado que el libro sea un simple engaño hecho para estafar a alguno de sus poseedores, ya que sabemos que en ocasiones se han pagado increíbles sumas de dinero por él.

 

ESTUDIOS REALIZADOS

Hasta la fecha se han llevado a cabo multitud de estudios sobre el Manuscrito Voynich, e incluso en más de una ocasión ha habido personas que aseguran haberlo traducido, pero todavía ninguna de las traducciones ha sido reconocida por la comunidad. Afortunadamente, Internet está permitiendo dar a conocer este misterio, lo cual ha permitido que en los últimos años hayan surgido varios estudios interesantes, y se hayan elaborado herramientas para apoyar las investigaciones. 

El problema principal es que no sabemos apenas nada sobre el posible significado real del libro (aunque a estas alturas casi nadie niega que cuando se descifre, sólo contenga un compendio de los conocimientos de la época). De hecho, ¡ni siquiera sabemos si está cifrado!, por lo que decidir cómo dar por válida una posible solución constituye un problema en sí mismo. Parece evidente que la traducción debería cumplir una serie de condiciones mínimas: ser criptológicamente coherente, no permitir soluciones alternativas, cubrir todo el manuscrito, ser factible con los medios de la época, dar un significado coherente al libro, etc.

A pesar de este complicado entramado de dificultades, hay una serie de hechos cuando menos estimulantes:

Y a un sinnúmero de lingüistas, doctores, matemáticos… desde que fue escrito. Porque el enigmático manuscrito encontrado por el librero británico Voynich en 1912 no tiene significado, ni sus dibujos responden a nada real, ni su lenguaje es conocido. Su historia es fascinante, así como las hipótesis sobre quién lo creó: una dice que fueron dos eruditos granujas para engañar a un emperador; otra, que lo escribió el filósofo Roger Bacon; una tercera, que fue Leonardo da Vinci... El autor de un libro sobre este gran misterio cuenta para Magazine el resultado de sus estudios. ¿Es un pufo o vale la fortuna que pagaron por él los buscadores de joyas literarias?
 

En un futuro próximo, el libro imposible, que resistió durante siglos a los esfuerzos de los expertos y estudiosos, habrá rendido su último secreto, descubriendo ante los hombres su real naturaleza de mentira que consiguió ocultarse durante casi 500 años, aparentando ser un texto relevante. Pero aún en este caso, no se podría probar a ciencia cierta que entre sus 40.000 palabras sin sentido no se oculten algunos renglones plenos de significado. Hay quienes se resisten a creer que una pieza tan bella, que un artefacto tan perfecto del ingenio humano, que un tan delicado juego intelectual, no transmita en verdad ningún mensaje.

El Manuscrito Voynich pasó, tras la muerte de su propietario, a la viuda de éste, que lo guardó durante 30 años hasta su propia muerte, en 1961. Quedó luego en poder de sus albaceas. Wilfred había dejado establecido en su testamento que sólo podía ser vendido si el comprador era aprobado por un comité de cinco personas: entre ellas se contaban su secretaria Anne Nill, uno de los estudiosos que intentó traducirlo y, por supuesto, su esposa Lily Boole, hija del filósofo George Simon Boole. Ella ya estaba muerta, por lo que debieron fallar los cuatro restantes.

El elegido fue el librero y coleccionista Hans P. Kraus. Sumamente ansioso, Kraus lo puso a la venta a su vez por la suma de 120.000 dólares, superior aún a la que se pagaría hoy día por un manuscrito medieval o renacentista de firma conocida. Pero Kraus, cansado y aburrido, donó finalmente en 1969 el manuscrito a la Universidad norteamericana de Yale, donde se encuentra hoy expuesto en su Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros. Sus páginas han sido digitalizadas y cualquiera puede acceder a copias de alta definición en el sitio web de la biblioteca.

Ahora duerme su sueño sin sueños una de las obras más elaboradas de la inteligencia humana, el manuscrito que lleva ya casi medio milenio conturbando y confundiendo a todos aquellos que lo observan.

¿Podremos descifrarlo alguna vez? Es posible. Guardamos íntimamente esa esperanza, porque, como ha escrito Octavio Paz, quien ha visto una esperanza jamás se olvida de ella.

Existe la teoría de que el manuscrito Voynich no es más que un fraude, pero aun así, sigue siendo uno de los enigmas sin resolver más conocidos de la criptografía.