La Sociedad     Vril

 

 

La Sociedad Vril practicaba sesiones espiritistas, y en ellas recibía mensajes de los espíritus. Después de mucho tiempo haciendo estas prácticas, empezaron a creer que dichos mensajes no eran enviados por entidades espirituales, sino por inteligencias extraterrestres, que conformaban civilizaciones muy avanzadas en lugares recónditos del Universo.

Los miembros de la Sociedad Vril pensaban que en algunos de los mensajes venían instrucciones para la creación de aeronaves espaciales con tecnologías innovadores que permitirían los viajes interestelares. De hecho, sus miembros llegaron a desarrollar planos de estos prototipos de naves espaciales, incluso algunos expertos piensan que pudieron llegar a construir algún prototipo, aunque por la derrota de la Alemania Nazi en la guerra no les dio tiempo a extender la producción de este tipo de naves.

La Sociedad Vril encaminó sus creencias ocultistas en la investigación de nuevas tecnologías que permitiesen al hombre alcanzar las estrellas. Para ello desarrollaron a partir de los mensajes obtenidos en las sesiones espiritistas las investigaciones encaminadas a lograr el descubrimiento de la tecnología de la propulsión por levitación, que usaba la generación de campos magnéticos para aprovechar las fuerzas de atracción y repulsión magnéticas para desplazar la nave.

A mediados de 1934 realizaron la construcción del primer prototipo de nave espacial del tipo platillo volador, el RFZ-1. Los responsables de su construcción fueron el profesor Shumann y un ingeniero de vuelo. A finales de ese mismo año perfeccionaron su nave, y crearon el prototipo de la segunda generación de naves experimentales, el RFZ-2. Los responsables de su construcción fueron el profesor Shumann y Victor Schauberger.

Con estos descubrimientos, algunas de las sociedades secretas de la Alemania Nazi comenzaron a usar los avances de las investigaciones de la Sociedad Vril y comenzaron a desarrollar sus propios prototipos de aeronaves espaciales.

La tecnología de las naves espaciales impulsadas por las fuerzas de campos magnéticos ya estaba muy desarrollada, sin embargo, esto no permitía realizar viajes interestelares, pues las distancias en el espacio son muy grande, y se requieres de velocidades próximas a la luz o de agujeros en el espacio que permitan pasar de un lugar a otro muy distante en poco tiempo, actuando como si fueran atajos en el espacio.

Para ello, Adolf Hitler se reunió con miembros de la Sociedad Vril para tratar de buscar una solución a este inconveniente los días 3 y 4 de Enero de 1944. En estas reuniones, se comenzó a proyectar el envío de una nave espacial a través de un agujero negro de gusano, para permitirle a la nave viajar a altas velocidades y llegar a otros lugares del Universo en menos tiempo del que se preveía que se necesitaría para este tipo de viajes.

Al igual que otras sociedades secretas de la Alemania Nazi, la Sociedad Vril se disolvió de cara al público oficialmente tras el ascenso de Hitler al poder, aunque lo cierto es que lo que hizo realmente fue pasar a la clandestinidad, que fue la solución que tomaron algunas de estas sociedades secretas.

Los científicos de Hitler durante muchos años trabajaron en el diseño de extraños objetos voladores. Según informes secretos recientemente descubiertos, el III Reich poseía una tecnología tan altamente avanzada que le permitió construir platillos volantes de origen terrestre. En el año 1919 von Sebotendorf, Klaus Haushofer y Dietrich Ekar fundaron la “Sociedad Tule”, una amalgama de sociedades secretas con ramificaciones por toda Alemania. Se sede central estaba en Munich y muchos miembros de esta sociedad se alzaron en clara opsición contr la breve República Socialista de Baviera. Fundaron un partido político, y en el año 1921 nombraron portavoz político a Adolf Hitler, un joven conocido por su afición al ocultismo. El proyecto de Hitler de fundar un imperio milenario, estaba inspirado en la doctrina de la Sociedad Tule.

 Las ambiciones políticas de la Sociedad Tule generaron la formación de pequeños grupos independientes, uno de los cuales se denominó “Sociedad Vril”. A finales de 1919, un selecto grupo de miembros de las sociedades Tule y Vril se reunieron en una mansión en Berteschgarden. En aquella ocasión la reunión estuvo presidida por el doctor Schumann, su especialidad es lo que hoy denominaríamos “Energías Alternativas”. Sin embargo, en el encuentro también estuvo la medium María Ostich, y una joven llamada Sieggrund, que también actuó en algunos momentos como medium. María, leyó unos textos que había recibido de los espíritus en idioma sumerio, y otro cifrado en el código secreto de la Orden de los Templarios, ambos textos fueron traducidos. ¿Eran mensajes de los dioses o indicios de una civilización extraterrestre, o a caso planes para desarrollar una tecnología capaz de llegar a las estrellas?. A partir de entonces, los miembros de la Sociedad Vril se consagraron a la realización de lo que sería una de las ideas más insólitas que haya concebido la mente humana: la propulsión por levitación. Tras la llegada al poder del Partido Nacional Socialista, las sociedades ocultistas volvieron a la clandestinidad; la Sociedad Tule creó en el seno de las SS una organización secreta denominada “Schwarzesolenoid, Sol Negro”.

 La Sociedad Vril continuó con sus investigaciones científicas, así a mediados de 1934 creó su primera nave experimental de forma circular, propulsada por energía anti-gravitatoria. Los responsables de su construcción fueron el Doctor Schumann y un ingeniero de Wochum.Cuando aliados y soviéticos se repartieron los archivos secretos alemanes, tras la caída de Berlín, se encontraron con ingeniosos y fascinantes diseños de aeronaves extrañas y completamente revolucionarias, que posteriormente intentarían desarrollar en Rusia y EE.UU. con escasos resultados. Pese a ello fue la creatividad y la genialidad de científicos alemanes, como Von Braun, que tras la guerra se pasaron al bando aliado, la que ha permitido al hombre llegar a la Luna. No olvidemos que esos ingenieros alemanes desarrollaron la carrera espacial tal y como la conocemos y es un hecho indiscutible que los alemanes poseían conocimientos astronáuticos y aeronáuticos avanzados para la época.

Está documentada históricamente la existencia de varias patentes, diseños e incluso construcción de prototipos de aeronaves circulares o discoidales por parte de los alemanes, antes, durante y después de la II Guerra Mundial. Ya en fecha tan remota como en la Alemania del siglo XIX, y como una premonición de los platillos nazis que tantos quebraderos de cabeza han dado a los ufólogos modernos, el matemático y teórico de la aviación August Wilhelm Zachariae, hoy olvidado por la aeronáutica, experimentó con modelos de ala circular.

La historia de los platillos volantes alemanes se inicia con el meritorio Alexander Lippisch, quien desde principios de 1939 desarrolló para la Messerschmitt de Augsburg su caza-cohete con ala delta Me-163, que llegó a construirse en serie aunque sin alcanzar resultados espectaculares.

Pero también a finales de los años 30, otro alemán diseñó aeronaves de planta circular, más interesantes si cabe que las de Zachariae. Se trata del agricultor de Machern (cerca de Leip
zig) Arthur Sack. Sack, aficionado al aeromodelismo, decidió abandonar las especulaciones sobre platillos volantes y ponerse manos a la obra,

La presentación pública del platillo volante de Sack se efectuó durante la celebración del Primer Certamen Nacional de aeromodelos con motores de combustión, celebrado los días 27 y 28 de junio de 1939 en Leipzig-Mockau. El modelo presentado por Arthur Sack medía 1.250 mm. y pesaba 4.500 gr., siendo impulsado por un motor Kratmo-30 empotrado, de 0,65 CV y 4.500 r.p.m., con un rotor de 600 mm de diámetro.
Los participantes en el concurso, desarrollado prudentemente a puerta cerrada, debían cubrir un recorrido de ida y vuelta utilizando un mecanismo de dirección lo más sencillo posible. Sin embargo, este primer intento de utilización de pequeños modelos con fines tácticos de reconocimiento resultó un estrepitoso fracaso. La mayoría de los modelos, equipados con el llamado aparato autoguiado y sus respectivos motores, mostraron sus peores cualidades. El único modelo verdaderamente teledirigido, fabricado por Sinn, se rompió en la salida, y otro con una turbina de vapor, hecho por Soll, se incendió. Un desastre.

Sack no se libró de la racha. Su platillo volante no fue capaz de despegar del suelo y, finalmente, tuvo que ser lanzado al aire por su propio autor. Tras ese "despegue de emergencia", el modelo realizó un vuelo estable de unos 100 metros, llegando a la meta a duras penas, si bien después de la experiencia Sack perfeccionó su diseño para vuelos más rápidos y largos.

Pese a todo, Arthur Sack tuvo mucha suerte, ya que entre los asistentes al certamen se encontraba el general-ministro del Aire Udet, quien resultó impresionado por la idea. Udet resultó un gran partidario de la utilización bélica de los platillos volantes, asignándoles la misma función defensiva desarrollada hasta entonces por los globos. Entusiasmado, el ministro prometió a Sack "allanarle el camino para posteriores investigaciones". Dicho y hecho. Arthur Sack construiría algunos modelos más de platillos volantes antes de que comenzara la realización de un avión tripulado, a mitad de la guerra, en los talleres de MIMO (Mitteldeutsche Motorwerke), en Leipzig. El diseño final, denominado AS6, se concluyó en los talleres de vuelo de Brandis, a principios de 1944.
El primer prototipo del AS6 estaba equipado con un motor Argus 10C de 140 C.V. y tenía un ala circular con perfil Göttinger de 6,40 m de envergadura. Para un peso en vuelo estimado en unos 750-800 kgs, la carga alar debió de ser de unos 25 a 30 kilos por metro cuadrado. Por lo tanto, casi quedaba dentro del reglamento de medidas de una klemm 25D.

A mediados de los noventa dos documentales de televisión sobre los platillos nazis conmocionaron a la comunidad ufológica internacional. En ellos se vinculaba el hecho histórico de la existencia de prototipos discoidales diseñados en la Alemania de entreguerras y las tradiciones esotéricas que tanto influyeron en la gestación del III Reich.

Intercalando fotos de platillos volantes en cuyo fuselaje aparecían esvásticas y cruces gamadas, con imágenes de la Alemania nazi y vídeos modernos de OVNIs, dichos documentales pretendían demostrar algo insólito: que los iniciados de la Sociedad Thule a la que pertenecían Hitler, Himmler y Hess, la "Santa Trinidad" del Reich, utilizaron a varias médiums alemanas para comunicarse con una civilización extraterrestre, que sería la que habría inspirado los diseños discoidales antes descritos y otros mucho más sofisticados que utilizarían no las hélices de los stuka o los motores a reacción de los sofisticados M-262, sino motores de "antigravedad", fuerza "Vril" .